En la reserva Ecológica del El Angel, con temperaturas promedio durante el día entre 5 y 18 grados centígrados se encuentran los árboles de Polylepis, conocidos localmente como árbol de papel debido a la semejanza de su corteza de color marrón rojizo con el papel. Sus torcidos troncos de gran antigüedad junto con la niebla del páramo dan al bosque de polylepis una atmosfera mágica muy similar a la de los bosques de los cuentos de hadas.
Está custodiado por el volcán inactivo Imbabura, que alcanza los 4.600 msnm. Sus 583 hectáreas lo convierten en el lago más grande de los 28 que se registran en la provincia. Aquí se realizan actividades acuáticas, competencias deportivas, se pueden encontrar hosterías, restaurantes con vista panorámica del lago, hay un muelle bar e incluso un club náutico.
Con 18 metros de altura, está formada por las aguas del río que lleva el mismo nombre. Esta cascada es parte del ritual de vísperas Inti Raymi (Fiesta del Sol), donde la gente acude en las noches para tomar “un baño sagrado”, como parte de una ceremonia de purificación y así prepararse espiritualmente para recibir a las fiestas que se prolongan por varios días.
Rodeado de construcciones modernas y tradicionales como la Iglesia de San Luis y el edificio municipal, se ha convertido en un espacio tanto para la concentración masiva como para el encuentro casual de la vecindad de Otavalo. En su interior acoge al busto del General Rumiñahui que es un símbolo de la ciudad.
El mundialmente famoso y colorido mercado indígena de Otavalo se caracteriza por la venta de tapices, ponchos, sacos de lana, gorros, guantes, chalinas, blusas bordadas, fajas, alpargatas, bolsos, vestidos, bufandas, collares de mullos, figuras de palo de balsa, pinturas y artesanías; elaborados a mano e impregnados de la cultura de los otavaleños.
A este punto de la ciudad se lo conoce como La Matriz. Este es uno de los principales atractivos del sitio, pues a su alrededor se encuentran cerca de 100 almacenes y talleres, donde se confeccionan todo tipo de artículos de cuero como botas, correas, bolsos, maletas, ropa, sillas de montar y adornos.
Esta laguna que se encuentra a 120 km. al norte de Quito a una altitud de 3,068 m.s.n.m está formada al interior de un cráter volcánico al pie del Volcán Cotacachi y cuenta con dos pequeños islotes en su interior que pueden ser visitados en un recorrido en canoa. Se puede realizar una larga caminata de 4 - 6 horas alrededor del cráter.
Se ubica junto al Obelisco de la ciudad, donde se realizan los principales desfiles y concentraciones. La estación fue restaurada en el 2011 y cuenta con un punto de información turística, agencia de correos, plaza artesanal, cafetería y sala de exposiciones. De aquí parte el recorrido Ibarra – Salinas (1,5 horas), que incluye una visita al Museo de la Sal.
Su nombre quichua significa “Lago de Sangre” y se habría originado a partir de una sangrienta batalla indígena que tiñó sus aguas. Tiene 257 hectáreas, 8 metros de profundidad y una antigüedad de cerca de 12 mil años. Está rodeada de miradores naturales y allí se encuentra el Autódromo Internacional José Tobar, escenario de competencias automovilísticas.
El Bosque de Frailejones es uno de los recursos característicos de esta reserva. Esta especie endémica del norte de Los Andes ocupa 11,34 hectáreas, formando una especie de “parches”. Los frailejones miden hasta 7 metros y permanecen de color verde. En la zona se pueden hallar venados, lobos, reptiles, curiquingues e incluso cóndores.
Único en su categoría, este camposanto se caracteriza por albergar ocho hectáreas con 120 cipreses tallados con figuras agustinas, precolombinas, fauna ecuatoriana, arcos de medio punto, pilones y mascarones gigantes. Este legado tuvo sus inicios en 1936 y es conocido como la “escultura en verde”, pues aquí se conjuga el arte con la naturaleza.